Carlos Diéguez fue el primer director científico del Instituto de Investigación Sanitaria de Santiago de Compostela (IDIS) y, en la actualidad, es el director del Centro de Investigación en Medicina Molecular y Enfermedades Crónicas (CIMUS), el director científico de CIBER Obesidad y Nutrición e investigador del área de Endocrinología del IDIS. Su intensa actividad investigadora en el ámbito de la Endocrinología y Nutrición ha sido reconocida a través de grandes premios como el Geoffrey Harris de la Sociedad Española de Endocrinología, el premio Investigación Xunta de Galicia o la Medalla de Investigación de la Real Academia Galega de Ciencias, entre muchos otros.
En la edición 2022 del ranking de Google Scholar le sitúan en el puesto número 84 entre cerca de 5.000 investigadores españoles por su índice de citaciones. ¿Qué implica para usted su posición en este listado?
Los rankings básicamente son un reconocimiento, pero yo soy bastante escéptico respecto a ellos. Considero que lo importante es el trabajo realizado y la reputación a nivel internacional de tus aportaciones. Cuando investigas tienes que estar realmente convencido de que lo que haces es útil y no pensar en ningún tipo de ranking.
¿Qué ejes considera imprescindibles a la hora de calificar a un investigador?
En mi opinión, lo más importante es contar con una buena formación y tener una gran pasión por la investigación. Cada vez que alguien se incorpora a uno de nuestros grupos, incido en la necesidad de adquirir una buena formación y actualizarse constantemente. Y, sin duda, para solucionar un problema determinado de investigación, necesitas sentir pasión para poder dedicarle mentalmente mucho tiempo.
En su caso, ¿cómo se fraguó esa pasión y cómo empezó su trayectoria como investigador?
La vocación investigadora la desarrollé durante la carrera cuando estaba como alumno interno en el departamento de medicina en el hospital gracias a un catedrático, el profesor J. Prieto, con mucha ilusión por desarrollar proyectos de investigación biomédica. Después, una vez que finalicé los estudios de Medicina, me fui a Cardiff para realizar la estancia doctoral y la tesis y me quedé durante aproximadamente 8 años. Cuando volví tuve la fortuna de poder reintegrarme al departamento de Fisiología y Facultad de Medicina y encontrarme con compañeros que venían de estancias en el extranjero como F.Dominguez y F.Casanueva y que pudimos construir un núcleo de masa crítica de una forma relativamente rápida.
¿Qué importancia tiene en su ámbito la publicación de artículos de carácter científico dirigido a un público especializado? ¿Y, por otro lado, la divulgación a la ciudadanía general?
Bajo mi perspectiva, ciencia es comunicación y esta debe estar adaptada al destinatario. Cuando publicamos en revistas especializadas se trata de una comunicación entre expertos para discutir en profundidad aspectos muy técnicos, pero cuando nos dirigimos a la sociedad en general tenemos que conseguir que sepan realmente a qué se destinan los fondos que financian la investigación de nuestro país.
¿Y este mensaje llega a la sociedad para profundizar realmente en el conocimiento científico o todavía queda mucho camino por recorrer?
Se puede ver el vaso medio lleno o medio vacío… En mi caso lo veo medio lleno, aunque quizás es porque mi ámbito es la investigación biomédica y la sociedad, en general, es muy sensible a todas las noticias relacionadas con las distintas enfermedades porque siempre conocen a alguien en su entorno que las padece. El problema a veces llega cuando se informa con excesivo énfasis sobre avances en investigación que en realidad son todavía muy lejanos al paciente y que, por tanto, pueden inducir a la frustración porque no siempre que algo parece muy prometedor acaba teniendo aplicación clínica. Tenemos el reto de buscar el equilibrio perfecto entre informar sobre avances y, al mismo tiempo, ser cautelosos.
¿En qué proyectos está trabajando en la actualidad en el área de Endocrinología?
Nuestra investigación desde hace años está centrada en el campo de la obesidad, que es una pandemia porque ya afecta a la salud de la población mundial a una escala muy elevada. Se trata de un ámbito que necesita el desarrollo de nuevas terapias, por lo que nosotros estamos intentando identificar algunas dianas terapéuticas que podamos utilizar para controlar la ganancia de peso o para tratar alguna de las comorbilidades asociadas a la obesidad, como la diabetes tipo II o la enfermedad hepática.
Usted fue el primer director científico del IDIS, ¿cuáles fueron sus grandes hitos en esta etapa?
Fue una etapa de mi carrera muy ilusionante porque por delante teníamos el reto de poner en marcha una institución que no existía. El hecho de ser uno de los primeros institutos de investigación sanitaria en estar acreditados en España fue un gran hito y realmente se debe a la generosidad de montones de investigadores, tanto del hospital como de la universidad, que se esforzaron sin ninguna contrapartida a cambio para conseguir poner en marcha el IDIS para que hoy sea el referente que es. En este contexto fue determinante el papel desempeñado por A. González-Quintela como Presidente de la Comisión de Investigación.
¿Cuáles son las ventajas como investigador de pertenecer a entidades como el IDIS?
En investigación la oportunidad de contar con una masa crítica adecuada es fundamental para poder contrastar opiniones, ideas y experiencias con otros investigadores. De ahí la importancia de crear grandes centros de investigación que acogen a todo tipo de profesionales, como es el caso del IDIS, en el que investigadores básicos y clínicos de muy alto nivel comparten ideas, recursos y proyectos. Así es como entre todos hemos conseguido crear grandes infraestructuras y centros de investigación porque individualmente no tendríamos capacidad de hacerlo.
Y para la sociedad, ¿qué implica la existencia de estos centros?
En general la sociedad es poco consciente de lo que tiene, ya que un centro como el IDIS implica muchas ventajas a nivel socioeconómico por todo el dinero que obtienen sus investigadores y el empleo que genera. Además, y más importante, a nivel sanitario porque implica tener acceso a la última tecnología y mejorar la asistencia médica a través de la investigación. Todo acto médico respaldado por un ejercicio de investigación de calidad será sensiblemente mejor que el que no cuenta con ese conocimiento.
¿Cómo se articula la sinergia entre clínica e investigación en la actualidad?
Considero que cada vez esa división es menos nítida y que ya hablamos de una división histórica porque en la actualidad prácticamente todos los grupos de investigación clínica, como los del IDIS, tienen un componente de investigación básica. Al final los problemas que se detectan en clínica tienen que ser explorados al detalle en un laboratorio y viceversa.