Santiago de Compostela, 13 de enero 2023.- El impacto que tiene en la salud en la edad adulta haber sufrido bullying en la infancia fue el tema central de un estudio publicado recientemente en la prestigiosa International Journal Translational Medicine en el que colaboró el investigador del IDIS Roberto Carlos Agis Balboa.
Comportamientos como insultos, amenazas, apodos, rechazos e incluso agresiones físicas por parte de los compañeros no son una circunstancia aislada. Cuando este tipo de experiencias se sufren de forma reiterada y/o por periodos prolongados, se denomina acoso escolar o bullying. Los estudios sobre el acoso escolar han demostrado que es una situación extremadamente difícil con ramificaciones negativas en la salud mental no solo en el contexto de su ocurrencia sino también a largo plazo.
Por ejemplo, existe evidencia de que aquellos que han sufrido bullying tienen más probabilidades de tener problemas psicológicos como depresión y ansiedad en su vida adulta. El impacto del bullying se puede explicar por el hecho de que supone una amenaza a la necesidad básica de ser aceptado y sentirse integrado en el círculo social. A lo largo del ciclo de vida, la conexión social positiva es importante para el bienestar, pero durante los años de formación puede serlo aún más.
Así, no es de extrañar que tenga un impacto no solo en la autopercepción o la identidad, sino también en las relaciones sociales e incluso a nivel neurobiológico. Por otra parte, el acoso escolar podría concebirse como una clase de estrés tóxico sobre los sistemas neurobiológicos de respuesta al estrés con implicaciones a largo plazo en aspectos como la reactividad psicofisiológica y/o una mayor propensión a padecer diversos síntomas físicos.
Aunque existe una clara evidencia de la relación entre el bullying y los problemas emocionales a largo plazo, son pocos los estudios que han explorado su posible asociación con problemas de personalidad salvo algunos que apuntan su asociación con el denominado trastorno límite de la personalidad. En el trabajo nos preguntamos si, “entre los pacientes adultos, sufrir acoso escolar en la infancia/adolescencia se asocia a rasgos de personalidad disfuncionales o problemáticos a largo plazo como los que componen los diferentes trastornos de personalidad reconocidos en las clasificaciones psicopatológicas. Estos rasgos se consideran disfuncionales porque comprometen la adaptación y el bienestar”, dice Roberto Carlos Agis Balboa.
Para responder a esta pregunta, se formaron dos grupos de pacientes según reportaran o no ser víctimas de bullying en la escuela. A través de un cuestionario y una entrevista clínica se comparó la presencia de diversos rasgos disfuncionales de personalidad en ambos grupos.
El principal resultado del estudio fue que aquellos con antecedentes de acoso escolar en su niñez/adolescencia tenían significativamente más probabilidades de cumplir con los criterios utilizados para el diagnóstico de tres de los trastornos de personalidad: evitativo, depresivo y paranoico.
En resumen, estos pacientes tendieron a presentar mayores niveles de ansiedad social y anticipación de rechazo, una percepción más devaluada de sí mismos, sentimientos crónicos de infelicidad y una marcada tendencia a la desconfianza en las relaciones con los demás. Los resultados pueden interpretarse como un reflejo del papel del acoso escolar en la iniciación de patrones de comportamiento y actitudes disfuncionales que pueden durar toda la vida y comprometer el bienestar. Es importante señalar que, por definición, las personas que participaron en el estudio padecían problemas psicológicos por los que habían buscado atención de salud mental. Las conclusiones, por tanto, no pueden generalizarse a la población general.
Es decir, los pacientes con antecedentes de bullying del estudio probablemente habrían tenido una trayectoria problemática a lo largo de su vida en la que hipotéticamente el bullying podría haber jugado un papel relevante. Sin embargo, es probable que muchas personas que pasan por este tipo de circunstancias tengan trayectorias de vida muy diferentes y muestren resiliencia ante esta adversidad. Por otro lado, aunque se conciba como una circunstancia de especial relevancia para lo anterior, no deja de ser parte de un contexto en el que pueden existir muchas otras influencias importantes que pueden mediar o moderar su impacto: existen múltiples caminos que conducen a los puntos finales de adaptación o mala adaptación y el impacto de la intimidación variará dentro del contexto de uno junto con otras condiciones.
A lo largo de los años ha habido una creciente preocupación por este problema con diversas investigaciones que no solo documentan su relevancia para los trastornos psicológicos, sino que también se centran en la eficacia de las intervenciones preventivas. No en vano, el acoso escolar se considera una prioridad en las políticas de salud pública y existe evidencia de la efectividad de los programas destinados a prevenir este tipo de conductas.
Trabajo de investigación sobre bullying realizado por Rafael Fernández y Roberto Agís, del IISGS y del IDIS, respectivamente: https://www.mdpi.com/2673-8937/3/1/2
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